miércoles, 6 de mayo de 2009

EL NIÑO, LA FAMILIA



El niño aunque tenga hermanos mayores, se considera el centro de la familia. Desde los tres años empieza a descubrir el mundo exterior. Progresivamente se enfrentará a los demás, aprenderá a pensar en ellos y a jugar y trabajar en común. El pequeño deberá afirmar su imagen, y establecer una relación equilibrada con sus padres y con su familia, por medio del ensayo de su personalidad en el contacto con los demás, de la experimentación de su cuerpo, su inteligencia y sus posibilidades en un mundo que ya no es su pequeño espacio protegido.

Entre los 4 y los 5 años, si los límites han sido correctamente manejados con los chicos, lo esperable es que vayan disminuyendo. Paulatinamente irán apareciendo con menor frecuencia y, también, con menor intensidad.

De todas maneras, hay que tener en cuenta que no van a desaparecer completamente porque forman parte del desarrollo normal de los chicos y dependerá de la capacidad de autocontrol que haya desarrollado cada niño, así como de la posibilidad de poner en palabras lo que le pasa, en lugar de manifestarlo con rabietas.

La actitud de los padres frente al berrinche sigue siendo fundamental en esta etapa, porque si los adultos se enojan y entran en el “juego” de la rabieta, desarticularla se vuelve más difícil. En cambio, si los padres pueden mantener la calma, decirle al chico qué es lo que lo está enojando y cuáles son las razones por las que debe hacer lo que se le indica y hacer cumplir lo que consideran correcto o necesario, la escena del berrinche perderá sentido.

Los mismos consejos que valen para los dos y tres años son útiles en la etapa del jardín: tratar de prever las situaciones y prevenir los berrinches, mantener el “no”, no desautorizarse delante de los chicos, dar una breve explicación y no “sermonear”.

Pero alrededor de los 4 o 5 años es muy importante ir poniéndose más firme con los chicos en relación a lo inapropiado del berrinche como respuesta a una frustración: además de no permitir actitudes como golpear a las personas o arrojar objetos, una vez que haya pasado la rabieta hay que hablar con ellos y decirles que como padres no vamos a aceptar esa conducta. Que puede pedir lo que necesita, pero que tienen que entender que no siempre se le van a conceder sus deseos y que, a pesar de que esto lo enoje, no es motivo para reaccionar de esa manera.

Si alrededor de los 5 años las rabietas siguen siendo muy frecuentes e intensas y se vuelven un conflicto y una situación que los padres no saben cómo manejar, lo mejor es pedir una entrevista en el jardín para ver cómo se comporta el niño en ese espacio y para que las docentes puedan dar alguna orientación. Si con esto no es suficiente, habrá que consultar a un especialista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario